Tenemos tres formas de percibir todo lo que ocurre. Solo tres formas de estar conscientes de nuestra vida.
1.- El PENSAMIENTO. Pasamos todo el día pensando. Descartes llegó a decir “Pienso, luego existo”. El pensamiento lo desarrolla nuestra mente, la que va archivando lo que pensamos. En realidad es un proceso automático, que desgraciadamente va creando conceptos, etiquetas, juicios y definiciones que van apartando lo que yo estoy percibiendo como real, de su verdadera realidad. En definitiva, esta forma de conocer la existencia está un poco adulterada por nuestra propia mente, que va archivando cuanta cosa se le ocurra sin que podamos evitarlo. El pensamiento se nutre del pasado, para formar juicios y del futuro, para proyectar situaciones.
2.- Las EMOCIONES. Otra forma de conocer lo que nos rodea son las emociones, que son expresiones físicas de nuestros pensamientos. Generalmente las emociones son una modificación de una primera emoción que se tuvo en algún momento, que usted asocia con el momento actual. Son una forma de pensamiento amplificado por un gran gasto de energía, que generalmente nos posee y opaca nuestro sano juicio. Incluso, mientras más se esfuerza nuestra mente por librarse de la emoción, esta se agranda como una medusa.
3.- Pero hay una tercera forma de conocer nuestra vida. Es el SER. Esta cosa es muy simple de explicar. Supongamos que aquí solamente hubiera animales y plantas. ¿No existiría nada? No. Existiría justamente lo que hay: animales y plantas. ¡¡Qué cosa más obvia!! En nosotros es absolutamente posible conocer lo que vive el SER. Puede ser cuando de repente vemos algo muy hermoso, cuando volamos en un avión sobre la cordillera, por ejemplo, o cuando somos testigos de un violento accidente, o cuando vemos a la persona de la que nos estamos enamorando, o cuando veíamos salir a los mineros desde la tierra en que estaban sepultados, o cuando llegamos a la meta en la TELETON. Son esos pequeños momentos en que no tenemos una mente que nos organiza todo, y vivimos momentos de alegría, de amor o de paz profunda.
Los más místicos dirán que el estado del Ser se puede lograr con la meditación o la contemplación. Una lata. Si no podemos llegar al estado del Ser de una forma automática y natural, estamos hasta la corneta y no habrá nadie que logre la Iluminación, y los animales y las plantas están inmersos en esa realidad, que a estas altura del partido se ha transformado en una suerte de esoterismo. Si no me cree, pregúntele la hora a un perro y verá que no tiene respuesta, pero muéstrele un bistec y le moverá la cola.
Si uno vive en el estado del Ser, es decir en el más absoluto presente, aceptando como bueno todo lo que soy, lo que tengo y lo que me rodea, siempre va a estar feliz. Pero nos ocurre algo terrible.
Nosotros necesitamos de nuestra mente para funcionar en este mundo, pero de a poco le vamos dejando que tome el control de todo, y curiosamente pasamos a ser dos personas o entidades distintas: una que radica en el Ser, y que soy yo, y la otra se radica en otra entidad que me nubla el tiempo presente con evocaciones del pasado o temores del futuro, y que va creando un ser extraño a mi. Generalmente, cuando me enojo, se apodera de mi un personaje tremendamente desagradable, una especie de Mr.Hyde, que se vuelve pesado e irónico. Un día, estudiando su comportamiento, reitero que totalmente ajeno a mi, se me derrumbó pues me di cuenta que solamente se trataba de una carga residual que tenía desde mis primeras sesiones de bulling en el colegio. Con el tiempo he aprendido a controlarlo.
El problema es que todos vamos creando estos personajes que viven allí, latentes y dispuestos a dispararse a la menor provocación. Que tienen la particularidad de que cuando afloran se apoderan absolutamente de nosotros. Que tienen tanta fuerza como la historia que han almacenado, y que se alimentan de cualquier experiencia amarga que tengamos, y que nos lleva a sufrir, a deprimirnos, a romper nuestras relaciones. Una gran parte del sufrimiento humano ocurre por esto y eso hace que sea un sufrimiento inútil, y un tremendo gasto de energía.
Le recomiendo, en ese momento detenerse a observarlo, pues esta entidad al reconocer su presencia se desmorona absolutamente, y a eso es lo que se refiere la luz de que hablan todas las escrituras, que no es más que la “presencia” del YO SOY