He estado muy atento a lo que ocurre en Estados Unidos. La bancada de Senadores Republicanos no quiere dar el visto bueno al aumento del gasto público presentado por Obama para financiar su programa estrella relativo a la salud. Como todo buen izquierdista, la idea de Obama es regalar salud a diestra y siniestra a expensas del Estado benefactor, que, a pesar de que está endeudado hasta las patas, siempre es posible endeudarlo un poco más. Al final, ocurrirá lo de siempre y los republicanos relajarán la mano para que los socialistas tiren la plata ajena con ventilador.
Amigos. Debo confesarles que me aburrí. Me aburrí de poner cara de pelotudo cada vez que opina un izquierdista. Me aburrí de escuchar siempre las mismas consignas de un grupo de zurdos que han demostrado con evidencia histórica que lo que ellos proponen es una paja sideral. Me aburrí de aceptar con cara de huevón que el pensamiento más progresista del mundo actual le pertenece a la izquierda. ¿Saben por qué me aburrí? Porque todo eso es FALSO.
El emprendimiento individual, la posibilidad de crear una empresa, ha permitido que hoy tengamos Google Earth, aviones, automóviles, televisores, internet, computadores, casas cómodas, todo. ¿Se imagina usted lo que tendríamos si el mundo desde siempre hubiera sido una sociedad socialista? No tendríamos nada de eso, por supuesto, porque son bienes propios de una sociedad de consumo. Estaríamos armados hasta los dientes y metidos en medio de una sociedad llena de soplones dispuestos a acusarte de cualquier cosa por ganarse un plato de sopa. Por lo menos eso es lo que ocurre hoy en las sociedades socialistas, sucedió detrás de la cortina de hierro y sucedió incluso en Santiago de Chile con las famosas JAP. La disidencia sería castigada con un tunazo por atentar contra la revolución, que no es más que una dictadura permanente que no conduce a ninguna parte. Por supuesto que no habría elecciones, ni prensa libre, ni debates.
Nosotros, los tipos razonables ¿hasta cuando debemos aceptar que los postulados de los izquierdistas dominen los medios, que los presentan como si emanaran de personas con gran sensibilidad social? ¿No basta acaso ver la falta total de sensibilidad social para con los pueblos que tienen la desgracia de ser gobernados por izquierdistas? Esto, queridos amigos, lo vamos a soportar hasta que nos demos cuenta que lo que nosotros defendemos, el libre mercado y los empresarios, son lo más beneficioso para la sociedad. Los principales genios, intelectuales, artistas y filósofos de la historia han sido de nuestro bando, y no hemos sabido defenderlos ni ponerlos en el lugar que les corresponde. Seremos bombardeados de consignas populistas hasta que llegue el día que comencemos a defender nuestros valores: el emprendimiento, la propiedad privada y el libre mercado. ¿Hasta cuando aceptaremos esto? Le respondo: lo aceptaremos hasta hoy. De aquí en adelante cambia la historia.
¿Por qué la derecha no defiende sus postulados? Muy simple. Porque son ciertos. La verdad es un hecho que no requiere explicación. La mentira, para ser coherente, requiere de una tremenda armazón teórica. Mucha palabrería, muchos ideologismos, muchas frases slogans, para sustentar una falacia.
Los derechistas intentan convencer a los izquierdistas de que están equivocados mostrándole argumentos. Los izquierdistas se te lanzarán directamente a tu persona, a los crímenes del fascismo o a payasadas que no tienen ninguna relación con lo que argumentan, ni con tu persona, pues sus argumentos no resisten defensa porque deslindan en lo paranoico. Puras utopías y cuentos sin sentido de sociedades ideales.
Amigos. Los invito a una verdadera revolución. La revolución de los tontorrones. La idea no es defender argumentos, ni calentarse con los ideologismos. La idea es simplemente comprender que los postulados izquierdistas son una pelotudez, y que cuando provienen de autoridades son solamente populismos que pretenden en definitiva alguna forma de dominación sobre los pueblos. No saca nada con tomarlos en serio y criticarlos porque no son postulados serios ni criticables. La idea es hacer algo como esto.
SIMPLEMENTE DENUNCIARLOS. Creo que llegó el momento de hacerles saber que si los hemos escuchado hasta hoy, no es porque queramos escuchar sus versos y consignas, sino porque además, forma parte de nuestra cultura ser respetuosos y tolerantes.