Una explicación de lo que nos ocurre en Chile

Estamos viviendo un minuto excepcional de nuestra historia, y me gustaría comentarlo a la luz de lo escrito por quien, a mi juicio, es la persona más brillante que ha pasado por nuestro planeta. Me refiero a Friedrich Nietzsche.

 

Para explicarlo, quisiera utilizar los mismos términos que usó Nietzsche aunque nos parezcan un poco peyorativos, es por eso que pido excusas anticipadamente por las palabras utilizadas.

 

En su libro “La Genealogía de la Moral”, Nietzsche nos explica muy bien lo que pasaba en la Sociedad Chilena de mediados del siglo XX. Hay una aristocracia que tiene todo el poder, y los esclavos que son explotados por esta aristocracia. Esta aristocracia a su vez se encuentra dividida en dos castas: la de los sacerdotes y la de los guerreros, que conviven a tirones pero se soportan.

 

La aristocracia establece una moral que se acomode a sus costumbres, y establecen lo que es bueno y lo que es malo. Los esclavos por su parte van creando una emoción, que Nietzsche la llama “Ressentiment” (él usa la palabra francesa en su obra). El resentimiento es un estado emocional de venganza imaginaria de quienes no pueden reaccionar contra la opresión por acción directa.

 

Los aristócratas tienen grandes problemas pues se comienzan a escindir sus dos castas. Los guerreros que desean a toda costa y con la fuerza que tienen, seguir detentando el poder. Los sacerdotes por su parte se acercan a los esclavos, y aprovechando el resentimiento de éstos, les crean una moral inversa, en donde ellos son los buenos y los guerreros son los malos.

 

El problema es que en todo este cuadro ocurre algo peor: Dios se muere (que aunque no lo crean es un fenómeno que está sucediendo en Chile desde hace un buen tiempo) El tema de que “Dios ha muerto” es recurrente en la obra de Nietzsche, aunque él mismo reconoce que “Dios ha muerto, pero dado el modo de ser de los hombres, seguirá habiendo, durante miles de años, cavernas donde se mostrará su sombra” (La Gaya Ciencia, Nietzsche)

 

Al morir Dios, los sacerdotes dejan de tener su influencia sobre los esclavos, los que una vez más transforman su esquema moral. La primera transformación es respecto de la justicia: Los esclavos ahora son los justos y odian profundamente la injusticia. La impotencia de antaño fue un acto de bondad; la bajeza de ayer fue un acto de humildad, y la cobardía de ayer, fue sólo paciencia. (Nota: estos tres ejemplos los pone Nietzsche, a mi no se me habrían ni ocurrido)

 

Comprender esta transformación moral que ocurre en nuestro país es relevante porque toda la sociedad moderna ha comenzado, desde hace un tiempo, a crear una nueva moral, absolutamente alejada a la moral cristiana que nos sustentaba hasta hace algunos años atrás. Es un proceso interesante pues estamos transitando desde un “Teocentrismo” (moral centrada en Dios”) hacia un antropocentrismo (moral centrada en el hombre), situación que fue estudiada por Freud hace muchos años. En este sentido el slogan “Creo en Dios, ¿y qué?” de Orrego me parece de una ingenuidad pavorosa en estos días.

 

Desde una perspectiva más psicológica, el nuevo esquema moral hacia el que vamos, contribuirá en buena medida a ser personas más responsables de nuestros propios actos. Hemos cambiado a Dios por nuestro Super Yo. Antes, las culpas que tenía por mis malas acciones se las dejaba a Dios, hoy debo depositarlas en mi propio ser. De allí que es importante destacar la responsabilidad de las personas.

 

El que es responsable de algo debe asumir su responsabilidad, pues en el esquema de la nueva moral en la que estamos entrando, y en la que estamos todos involucrados, es su Super Yo el que le crea el sentimiento de culpa. Es por ello que vemos a muchas personas hoy invocando perdón por sus responsabiidades en el pasado. Los que son irresponsables son aquellos que le “echan la culpa al empedrado”.

 

Explico. Si a un delincuente yo lo responsabilizo de un delito y logro que él entienda que delinquió y eso es malo para su vida, yo lo reformé. Pero, por el contrario, si al delincuente le permito que se excuse de su delito diciendo que no tuvo educación y está metido en las drogas, no dejará nunca de ser delincuente pues su sentimiento de culpa lo está depositando fuera de si mismo, y no crea conciencia de que ese delito le está arruinando su propia vida..

 

Es complejo el momento que vivimos, pero es bueno e interesante que suceda. Mañana será un gran día.
Este artículo fue escrito en Reflexiones. Enlace Permanente.

Agregar un comentario